La revolución de los “alimentos azules"
Aprovechar la gran diversidad de alimentos “azules” o acuáticos en las próximas décadas, es el llamado que hace un grupo internacional de investigadores -entre ellos el profesor de Ciencias Biológicas y director del Instituto Milenio SECOS, Stefan Gelcich-. También enfatizan en el importante rol de la pesca y la acuicultura a pequeña escala, como solución de algunos de los desafíos más complejos de la sostenibilidad costera.
Más de 2.500 especies o grupos de especies de peces, mariscos, plantas acuáticas y algas, se capturan o cultivan en todo el mundo para alimentación, proporcionando sistemas de vida e ingresos a más de cien millones de personas y alimentando a más de mil millones.
Así lo afirma Blue Food Assessment, BFA (Evaluación de los Alimentos Azules), un grupo de más de cien investigadores de primera línea dirigido por el Center for Ocean Solutions y Center on Food Security and the Environment de la Universidad de Stanford, Stockholm Resilience Centre y la iniciativa EAT. El grupo internacional de científicos concluye que los pescados, mariscos y las algas, ofrecen un potencial aún sin explotar para el desarrollo mundial, si se aplican políticas e inversiones adecuadas, con especial mirada a la pesca y acuicultura de pequeña escala.
En cinco artículos científicos publicados en septiembre pasado en la prestigiosa revista Nature, destacan las oportunidades de aprovechar la gran diversidad de alimentos azules o acuáticos, en las próximas décadas, para hacer frente a la malnutrición, reducir la huella medioambiental del sistema alimentario y proporcionar sustento a diversas comunidades. Sus análisis arrojan que la demanda mundial de alimentos azules se duplicará en 2050. Este tipo de alimentos han demostrado tener más beneficios nutricionales y un mayor potencial de sostenibilidad que los alimentos de origen animal terrestre, e incluso, tienen un menor impacto ambiental que la ganadería.
"Los alimentos azules son mucho más diversos de lo que se suele pensar, y también lo son las numerosas comunidades de pescadores a pequeña escala, que a menudo se pasan por alto, a pesar de que proporcionan la mayor parte de los alimentos azules que consume la gente", comenta Beatrice Crona, codirectora del BFA, directora del Stockholm Resilience Centre e investigadora senior del Instituto Milenio en Socio-Ecología Costera (SECOS).
Los alimentos azules han demostrado ser mejores que los alimentos de origen animal terrestre, en cuanto a sus beneficios nutricionales y su potencial de sostenibilidad. Muchas especies de alimentos azules son ricas en importantes nutrientes. En comparación con el pollo, la trucha tiene aproximadamente 19 veces más ácidos grasos omega-3; mientras que las ostras y los choritos tienen 76 veces más vitamina B-12 y cinco veces más hierro. Los beneficios nutricionales de los alimentos azules son especialmente importantes para las mujeres, que se benefician del mayor consumo más que los hombres, en casi el triple de países estudiados.
Pesca y acuicultura a pequeña escala
En uno de los cinco artículos científicos publicados por la BFA, los autores advierten que la pesca y la acuicultura a pequeña escala no han sido tomadas en cuenta por los políticos y los tomadores de decisión, a pesar de que más de 100 millones de personas viven en base a ello y que son el sustento de más de mil millones de personas en todo el mundo.
Asimismo, destacan la importancia de mejorar la comprensión de la diversidad, las funciones y la capacidad de recuperación de la pesca y la acuicultura a pequeña escala. Los científicos también abogan por intensificar las acciones e inversiones en este sector de importancia mundial.
Basándose en 70 casos de estudio en todo el mundo, la investigación destacó el valor de los productores, comerciantes y procesadores de los alimentos azules a pequeña escala, que han desempeñado además un papel clave en la seguridad alimentaria y la subsistencia de comunidades locales durante la pandemia de Covid-19. En países como Kenia, por ejemplo, los pescadores artesanales o de menor escala, llenaron rápidamente el vacío dejado por los grandes productores internacionales que redujeron sus operaciones.
"Los actores locales son lo más indicados para ayudar a las personas a alimentarse de manera nutritiva y de formas que sean culturalmente aceptadas", expresa Rebecca Short, coautora del artículo e investigadora del Stockholm Resilience Centre en Suecia.
Sin embargo, los actores de menor escala se enfrentan a crecientes problemáticas que no han sido abordadas por quienes generan las políticas públicas. Entre ellas, se encuentran las subvenciones dirigidas únicamente a los actores más grandes y a la falta de apoyo para hacer frente a los efectos del cambio climático, que se están intensificando rápidamente.
Como explica Stefan Gelcich, coautor del paper, director del Instituto Milenio en Socio-Ecología Costera (SECOS) y académico de la Facultad de Ciencias Biológicas: "El estudio destaca la diversidad de los pequeños productores de alimentos azules, que van desde las plantas de procesamiento de última generación con equipos importados, que suministran almejas a los restaurantes uruguayos, hasta las cestas de caña caseras utilizadas por los comerciantes locales en Zambia".Y agrega: "No hay dos actores iguales y las políticas deben adaptarse para reflejar eso".
“Por ejemplo en Chile, gran parte de la pesca es de pequeña escala y lo que resalta el artículo es la necesidad de considerar toda esta diversidad a la hora de crear políticas públicas”, añade el también investigador del centro CAPES.
Para Gelcich, otro elemento fundamental es empezar a comprender a las pesquerías como sistemas alimentarios. No solo como un recurso natural que se puede exportar, sino como un sistema en el que están insertos aspectos ecológicos; como también los estilos de vida de las personas, los aspectos culturales y sociales.
“Necesitamos resaltar el rol de la pesca artesanal para alcanzar sistemas sostenibles y equitativos, en torno al acceso a los alimentos que provienen de sistemas acuáticos. En Chile, el hecho de darle más oportunidades de participación de usos de derecho exclusivo a la pesca artesanal, es una forma de abrazar la diversidad que tenemos en la pesca”, comenta.
Las crisis de la pesca y acuicultura de pequeña escala, sin la ayuda de una mejor política y gobernanza, podrían amenazar la seguridad alimentaria y nutricional de millones de personas en todo el mundo, resalta el BFA. En particular, quienes se encuentran en las regiones más vulnerables a la inseguridad alimentaria y al impacto del cambio climático, son quienes corren mayores riesgos.
“Tenemos que hacer política pública que sea adaptativa, a cambios de mercado, al cambio climático, cambios globales en general, y la única forma de hacerlo es dándole la oportunidad a la pesca artesanal que pueda usar la diversidad que tiene, para así adaptarse a los desafíos futuros”, agrega el académico.
Gelcich remarca que otro aspecto relevante es considerar lo heterogénea de la pesca artesanal en Chile, que incluye a hombres y mujeres a lo largo de todas las cadenas de comercialización, donde se incluyen algueras, hombres buzos, mujeres embarcadas, y una larga lista de actividades.
Equidad de género: desventajas estructurales
El análisis del BFA, también destaca que las mujeres son fundamentales para construir un sector alimentario más sostenible y equitativo. "La mejora de la seguridad alimentaria requiere de una perspectiva de género para superar las desventajas estructurales a las que se enfrentan las mujeres", afirma Dave Little, coautor y profesor de la Universidad de Stirling.
Al respecto, Zoila Bustamante, presidenta de la Confederación Nacional de Pescadores Artesanales de Chile (Conapach) comentó que “más allá de visibilizarnos, falta una identidad que refleje que el mundo de la pesca artesanal es de hombres y de mujeres. Tienen que existir políticas públicas que más allá de entregar ayuda, nos entreguen identidad, porque la pesca artesanal es una cultura que hoy no está reflejada. Y eso incluye no solo a las que pescan, sino también a las recolectoras de orilla, las algueras, y un montón de mujeres que tienen que estar reflejadas y reconocidas. Si no somos visibles como mujeres en el sector, no vamos a poder avanzar”, remarcó la dirigenta.
“El rol de la mujer en la pesca es duro, más duro aún cuando hay pares que no se convencen que uno puede hacer el trabajo de distintas maneras. Nosotros tenemos que aprender a diversificar y a ser uno sólo, pero no todos quieren. Tiene que haber mucho más respeto entre pares, entre hombres y mujeres”, agrega la también directora de la Asociación Gremial Nacional Mujeres de la Pesca Artesanal de Chile “Tejiendo Redes”.
La investigación subraya la necesidad de fomentar y apoyar la diversidad de los actores a pequeña escala, y de garantizar que la tecnología, las inversiones, las políticas y el desarrollo, puedan permitir que los pescadores y acuicultores a pequeña escala sigan alimentando a millones de personas en el futuro.
Lee los artículos publicados por Blue Food Assessment (en inglés)
Stefan Gelcich, académico de la Facultad de Ciencias Biológicas, director del Instituto Milenio en Socio-Ecología Costera (SECOS) e investigador del CAPES, tiene una larga trayectoria estudiando la interacción entre sistemas socio-ecológicos en zonas costeras, la conservación y manejo sustentable de recursos marinos, la ecología submareal y el análisis de políticas públicas orientadas a la gobernanza de recursos naturales costeros.
A través de diversas investigaciones publicadas en importantes revistas internacionales, el académico ha estudiado las consecuencias sociales, económicas y biológicas de otorgar derechos de uso exclusivo a organizaciones de pescadores artesanales de pequeña escala. En Chile, estas políticas se ven reflejadas en las Áreas de Manejo y Explotación de Recursos Bentónicos (AMERBs), política pública que se aplica en Chile desde 1997.
Una de sus más recientes investigaciones realizada con profesionales del Centro de Investigación en Complejidad Social (CICS) de la Universidad del Desarrollo y de la Universidad de California Santa Bárbara, determinó que los pescadores artesanales tienden a una mayor cooperación y autorregulación entre ellos, en sistemas de manejo colectivo de recursos. Los resultados reafirmaron la capacidad que tienen los sistemas de co-manejo de uso exclusivo de recursos, de generar condiciones para su sostenibilidad, en especial en pescadores artesanales.
Asimismo, en otro artículo publicado en Current Conservation, revista de divulgación científica, se relató parte del trabajo que ha realizado en la Fundación Capital Azul, un grupo de científicos junto a organizaciones de pescadores artesanales de la Región de Valparaíso, co-crearon un programa de conservación en el que se establecieron zonas de conservación dentro de una AMERB, figura denominada como “Refugio Marino”, en donde los propios pescadores se abstienen de extraer recursos y se sanciona a quienes lo infrinjan, lo que ha demostrado tener resultados positivos en la mantención de servicios ecosistémicos y en el aumento de la biodiversidad marina de las AMERBs. .